«La preocupación por las élites y las minorías selectas y educadoras, que hoy domina en muchos ambientes católicos […] Esa obsesión de las minorías selectas ha originado que en muchos medios católicos se dedique preferente atención a ciertas clases superiores, en que lo intelectual se mezcla con la tenencia de poder (dinero, política, etc.), considerando que la atención hacia los que no pertenecen a esas élites es de una importancia secundaria. En consecuencia, se sostiene que la política de los católicos para cristianizar un país es formar unas élites directoras que, situadas en los puestos claves, eduquen a los demás hombres y así lleguen a crear una sociedad cristiana. En esas minorías siempre hay algunos que se apuntan por ambición personal, consciente o inconscientemente, y otros que lo hacen por sentirse superiores al resto de los hombres. “Por sus frutos los conoceréis” … Este fenómeno de las élites, en su doble proyección de autoconvencimiento de superioridad y vehículo de ambiciones personales, tiene un mismo efecto en su relación con el catolicismo: contribuir a la creencia de que la religión debe estar vinculada a minorías o clases o partidos. Pero las minorías voluntarias para todo lo que no sea morir o sacrificarse dan siempre malos resultados».
Ignacio Hernando de Larramendi y Montiano (1921-2001). Centenario de su nacimiento (web)
«¿Religión de ricos?» Revista de los ateneos de España (Ateneo de Madrid), 1952-1955, nº 61 (1 de julio de 1954) p. 3.
Del mismo autor: La descristianización de nuestra época.
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