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El cabeza de familia
«Quién será el valiente o quizá el temerario […] el irregular […] el hombre que se atreva a tener mujer e hijos […] que ose formar una familia. Todo está en su contra. Todo está sabiamente organizado en su contra […] Todo está en contra del cabeza de familia, contra el padre de familia, contra la vida de familia. Y sólo él está literalmente comprometido con el mundo, en el siglo.
Es el único aventurero… Sólo él tiene quien lo ata, la mujer, el niño, y la enfermedad y la muerte lo pueden golpear en todos sus miembros […] está siempre expuesto a todo, de lleno, de frente […] ¿Qué importan a los otros las guerras y las revoluciones, las guerras civiles y las guerras extranjeras, el futuro de una sociedad, los acontecimientos de la ciudad, la decadencia de todo un pueblo?
No arriesgan nunca más que la cabeza […] Él, al contrario […] por esta familia, por su raza, por su descendencia, por sus hijos está comprometido por todos lados en la ciudad futura, en cómo van las cosas, en todos los eventos temporales de la sociedad […]
Y así con todo el pasado, con la memoria, con toda la historia […] El que no tiene un hijo enfermo no sabe lo que es la enfermedad, el que no ha visto morir a su hijo no sabe lo que es el duelo […] Comprometidos por todas partes en los sufrimientos, en las miserias, en todas las responsabilidades […] son pesados y torpes […] para la marcha […]
Es demasiado gordo, tiene toda la familia que le contorna el cuerpo […] Los otros corren […] esbeltos, finos, sutiles, socialmente sin cargas, libres de cargas, socialmente sin estorbos, sin estorbo de equipaje. Todos desprecian al padre de familia […]
Y, sin embargo, fue la vida de familia la que escogió Jesús […] carpintero que trabajaba según su oficio en la casa de su padre carpintero».
CHARLES PÉGUY, Véronique. Dialogue de l’histoire et de l’âme charnelle, en Ouvres en prose complètes III, Gallimard, París 1992, 655-665.
Etiquetas: Charles Péguy, Esperanza, literatura
