En la siempre sorprendente Sala La Guindalera, una obra hecha sobre la figura y vicisitudes de Jacquline Du Pre. Un drama sobre el alcance de la música como evento cuasi religioso, que escapa a la ciencia y al deseo de ayudar de un psiquiatra… Pero la heroína misma, gran violonchelista, protagoniza el drama principal: la música, con ese alcance religioso-divino que ha reconocido al arte toda la historia de la cultura, desde Homero y Píndaro a G. Steiner y W. Benjamin, ¿tiene consistencia sin mi música? El narcisismo del gran intérprete tendría que ser derrotado por una “no perecedera música”, como dice Fray Luis de León en su Oda a Salinas.
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