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Apocalipsis
«La serie de comentarios al Apocalipsis no se ha interrumpido, desde el siglo segundo (San Ireneo, San Hipólito) hasta nuestros días. Las interpretaciones han ido por los caminos más dispares, también por caminos que fueron reconocidos oportunamente como equivocados. […]
Ya muy temprano y hasta en tiempos recientes, muchos se han obstinado, a partir del número enigmático 666 y de los datos del capítulo 17, en interpretar la totalidad del libro en relación con el imperio romano y con los acontecimientos de entonces, o han buscado (y rebuscado), por la historia de las religiones, paralelos en mitos paganos o en otros libros apocalípticos del judaísmo tardío. Todos esos métodos pueden arrojar (o pretenden arrojar) luz sobre ciertos pasajes parciales, pero ninguno ha podido dar una explicación coherente de toda la obra.
Lo mejor sería considerar esos caminos interpretativos como síntomas de la permanente fascinación que esta obra ha ejercido y ejerce sobre la Iglesia –y, con frecuencia, en ámbitos bien lejanos a ella– e interpretar las escenas y las imágenes dadas a partir de su contenido mismo, en la medida en que ellas lo permitan». (p. 150ss)
«Todos los intentos de todas las cosmovisiones, de todas las religiones y de todas las filosofías naufragan ante los sellos del libro, y si logran forzar uno de ellos, los otros se cierran aún más fuertemente. […] El contenido de la “revelación” es el sentido de la historia universal del mundo […] El sentido no se abre sino gracias al realizarse o acontecer de todo el drama: gracias a la acción del Cordero, principalmente, porque Él fue “degollado” y ahora está allí vivo […]
En toda interpretación del Apocalipsis existirá una parte claramente “manifiesta” que puede interpretarse y otra parte que permanece misteriosa […] y que solo a partir del fin de la historia nos será plenamente comprensible. […] Nos atendremos a lo que el Revelador nos quiere confiar como realidad claramente comprensible, la cual no solo es útil, sino necesaria para nuestra salvación. Una realidad que debemos conocer, tanto para nuestra advertencia como para nuestra consolación, para nuestra precaución como para nuestro aliento y esperanza». (p. 107-108)
Hans Urs von Balthasar, en Apocalipsis de San Juan, Ed. San Juan, 2009.
Texto que se leerá en el Seminario sobre el Apocalipsis, que empieza este Curso 2024-2025. Inscripciones abiertas.
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