Hans Urs von Balthasar nos recuerda cómo, según Konstantin Stanislawsky, el actor no sólo tiene la tarea de representar su papel, sino también la supra-tarea de hacerse cargo del horizonte de sentido que abraza al papel, el que el autor tiene ante sus ojos. En palabras de nuestro director: No puede haber interpretación, ni movimiento, ni gestos, ni pensamientos, ni lenguaje, ni palabras, ni sentimientos, etc., sin la perspectiva apropiada. La más sencilla entrada o salida del escenario, cualquier acción que se realice para desarrollar una escena, para pronunciar unas frases, un monólogo, etc., debe tener una perspectiva y finalidad última (el superobjetivo). Sin ellos no sería capaz de decir siquiera “sí” o “no”.
Curiosamente, el sentido del conjunto de la obra y la realidad de cada personaje han de estar presentes en cada pequeño detalle de la interpretación: Los actores que hacen un papel que
no han estudiado bien ni analizado a fondo, son como los lectores de un texto complicado y desconocido. Estos actores no tienen más que una débil perspectiva de la obra. No entienden hacia dónde deben encaminar los personajes que representan. A menudo, cuando hacen una escena que conocen, les sucede que no distinguen o no saben lo que se oculta todavía en las profundidades oscuras del resto de la obra. Esto les obliga a mantener la atención constantemente ocupada sólo con la acción inmediata, con el pensamiento que se acaba de expresar, sin ninguna preocupación por la perspectiva general de la obra.
El actor, por lo tanto, tiene que ser un configurador libre, para introducirse en esta supra-tarea y manifestar por su medio algo propio, nuevo. A ese conjunto de ideas que le hacen entender de modo lógico lo que es para él la obra y el personaje, ha de prestar cuerpo, voz, ánimo y emociones con las que recrear el personaje, con los recursos necesarios para hacerlo válido, es decir, no sólo creíble a ojos del público, sino posibilitador del evento teatral, que es un evento artístico. Su tarea será co-realizar la visión del autor. Las libertades del autor y del actor harán que, seguramente, sus visiones no coincidan, pero sí habrán de estar en analogía.
En el siguiente número de nuestro boletín explicaremos cómo, ya concretamente, habrá de realizar el actor esta tarea. Diderot lo planteará como una disyuntiva: según él, el actor tendrá que elegir entre usar su entendimiento para no dejar de controlar lo que está manifestando con su interpretación, buscando la lógica que explique su comportamiento, dentro de la perspectiva deseada, o bien acudir a sus sentimientos para que, con los impulsos que le provocan, sean quienes dirijan su actuación.
Etiquetas: Teatro en Madrid, Teodramática Balthasar, Textos sobre Teatro, Textos Stanislawsky
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