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  • El arte de las versiones (Inicio)

    La traducción de “El Gran Teatro del Mundo” de Calderón de la Barca, por Hans Urs von Balthasar

    En la tríada de la producción teatral, formada por el autor, el director y el actor, puede aparecer un anillo intermedio entre el primero y el segundo de la cadena: alguien encargado por el director de proporcionar una versión de la obra del autor. La versión se distingue del montaje, ya que éste concierne a la actuación, la decoración, los trajes, o sea, todo lo que es actualización del texto en el espacio escénico, mientras la versión se ocupa del texto mismo. El montaje puede llevar la escena a otras épocas, la versión lleva el texto a nuevas formulaciones.

    Las razones por las cuales un director pida (o haga) una versión son generalmente formales: la obra original está en otro idioma que haya que traducir (como la Hécuba de Eurípides con versión de Juan Mayorga que se representó en el Teatro Español en febrero de 2014), o se trata de un texto clásico que necesita una adaptación al habla de hoy (Fuenteovejuna con versión del mismo Juan Mayorga en Conde Duque en abril de 2015). O bien de fondo: el texto presenta dificultades a nivel dramático, estético, y, a veces, filosófico-teológico.

    Cuando Hans Urs von Balthasar tradujo El Gran Teatro del Mundo, de Calderón de la Barca (publicada en 1959 en Johannes Verlag), se enfrentó, primero, con dificultades de fondo. En los países de habla alemana esta obra solía ser considerada como la quintaesencia de la visión barroca española de la existencia: el hombre como actor en el gran teatro del mundo. Pero a pesar de la fuerza de la imagen, el traductor y pensador encontró una cierta insuficiencia en la visión filosófica y teológica de Calderón en esta obra.

    ¿Cómo puede ser que el sacerdote poeta, se pregunta Balthasar en el postfacio de su traducción, no mencione nada del hombre imagen de Dios, no ponga al Cristo mediador en el centro de la acción, hable de libertad y conciencia pero no de Espíritu Santo, esboce apenas la Iglesia y su papel, deje que el contenido de la ley de gracia esté entre la ley de naturaleza y la ley del Antiguo Testamento sin que sobresalga el elemento cristiano?

    Es porque nuestro poeta centra cada una de sus obras en un motivo principal; en este caso concreto, en el tema de la existencia como representación de un papel dado por Dios. Pero si integráramos los distintos dramas, unos en otros, llegaríamos a una visión total amplia y variada. Y para dar una idea fiel de esta visión total al espectador que nunca leerá los 85 dramas de Calderón, Balthasar introduce aquí y allí pequeñas pinceladas que den al cuadro un aspecto más completo.

    A nivel formal…[continuará en el siguiente número]

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