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  • Un don muy señalado

    «Tenía un don muy señalado nuestro Padre de pacificar conciencias turbadas y afligidas; y parece que, aunque el hombre no se supiese explicar, él le ponía delante todo lo que sentía en su ánima tan claramente, como si hubiera sido informado de ello; y con contar algún caso semejante que hubiese él pasado, y el remedio que había hallado para semejante enfermedad, daba tanta serenidad y paz al alma, como si con la mano quitara los nublados». (Pedro de Ribadeneira)

    «Con esto sepa mezclar de tal manera la rectitud y severidad necesaria con la benignidad y mansedumbre, que ni se dexe flectar [deje desviar] de lo que juzgare más agradar a Dios nuestro Señor ni dexe de tener la compassión que conviene a sus hijos, en manera que aun los reprehendidos o castigados reconozcan que procede rectamente en el Señor nuestro y con caridad en lo que hace, bien que contra su gusto fuese según el hombre inferior». (San Ignacio)

    «Y no temáis la empresa grande, mirando vuestras fuerzas pequeñas, pues toda nuestra suficiencia ha de venir del que para esta obra os llama, y os ha de dar lo que para su servicio os es necesario, pues sin vuestra voluntad os pone en este cargo, para el cual no hay hombros que bastasen de humana habilidad o industria, si la divina mano no ayudase a llevar el peso y guiase al que lo lleva». (San Ignacio)

    Citas extraídas del libro Evangelizar de la mano de Ignacio de Loyola, que publicamos este mes.

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