«No planificamos nada, si Él no planifica, pero tampoco retrocedemos si Él hace algo o desea que se haga. El dejar acontecer, el dejar que el Espíritu actúe de ninguna manera es pasividad: es hacer disponible todo lo que poseemos para Su actividad. En este juego mutuo nunca se da ningún tipo de encuentro frontal, ningún haber llegado definitivo, ningún nivel fijo, sino tan solo un creciente ser-incluidos en el Espíritu. Y a partir de este ser-incluidos es posible responder así como Él lo espera.
Recibiendo siempre de nuevo su amor, uno recibe la confirmación de que todo es justo. Correspondiendo al Espíritu, uno es llevado y sostenido seguro. Un ejemplo lejano: un campesino trabaja en un campo, porque así lo dispuso el propietario. No conoce directamente al propietario ni el lugar donde vive, pero al terminar el día siempre recibe su cena y un lugar donde vivir y descansar. Incluso si el campo designado está muy apartado, él hace lo que corresponde. Y un día también puede darse que el mismo propietario trabaje codo a codo con él en el mismo campo. Esta comparación arroja luz sobre un aspecto: que en este modo de corresponder al Espíritu no existe una noche espiritual total. Siempre nos es dado algún signo de certeza y seguridad en el Espíritu, también en la situación de no estar seguros ni asegurados en medio del mundo. Sin embargo: cuanto más grande es la exigencia y, por tanto, cuanto más grande es nuestra colaboración, tanto más grande es la necesidad de solo dejar disponer al Espíritu. Precisamente este no responder unilateralmente, este dejarnos amar sin restituir el amor según nuestras propias reglas es lo que requiere más empeño y compromiso. Y esto no es ningún ejercicio para principiantes. […]
Lo primero es una promesa abierta e indistinta del Espíritu, una inquietud, pero también un requerimiento de estar dispuestos a deshacernos de todo lo que en la inquietud es puramente humano. No dejarnos angustiar, sino aceptar todo así como se muestra. Estar disponibles en esta inquietud incluye un sí y un no: se debe decir sí a lo que el Espíritu afirma y decir no a lo que Él excluye. […]».
Adrienne von Speyr, Extractos de Disponibilidad para el Espíritu Santo
Etiquetas: Adrienne von Speyr, Esperanza, Formación cristiana, oración, Teología
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